¿Cómo empezaste tu relación laboral con ASPRONA?

Fue por casualidad, pero una vez conocido este ámbito, la permanencia fue elegida y supuso un gran reto. Al terminar la carrera de Psicología, realicé las prácticas en el Colegio de Educación Especial de Albacete. Era 1985 y estaba en auge la Ley de Integración Social de los Minusválidos (LISMI), que regulaba y fomentaba la “integración de los minusválidos”, términos hoy obsoletos.

 Supe que se iba a producir una vacante de psicología en los talleres ocupacionales San Ginés de ASPRONA, que llevaban apenas 3 años. Me presenté. Recuerdo el proceso de selección y en especial la entrevista con el entonces director, Enrique Abiétar. Seriedad y respeto…una persona que demostró entrega, coherencia y humanidad a todas las personas que trabajamos junto a él. Su foco siempre estuvo en la Persona Con Discapacidad Intelectual o del Desarrollo (PCDID) por encima de todo. Así comencé, tres horas diarias, en periodo de prueba. En noviembre de 1986 ya fui contratada a jornada completa.

¿Cuánto tiempo trabajaste en ASPRONA y cuál fue tu labor a lo largo de los años?

He trabajado en ASPRONA 36 años 5 meses. Toda mi vida laboral ha estado dedicada al mundo de la discapacidad intelectual. Tantos años dan para mucho, pero mi labor ha sido la de apoyar a las PCDID en la esfera emocional y afectiva ejerciendo el rol de psicóloga, evolucionando y adaptándome a los nuevos tiempos y modelos.

He entendido a la persona como un todo, con sus capacidades y características, perteneciendo a una familia y a una sociedad. También asesoraba a las familias, tutores/as y al personal que les prestaba apoyo. Me coordinaba y asesoraba a monitores/as que tenían a su cargo a las PCDID en los distintos talleres orientados al aprendizaje de tareas laborales para que pudieran conseguir su propio empleo.

Éramos muy pocos, pero se alcanzaron muchos logros: las primeras PCDlD que consiguieron un empleo ordinario, el nacimiento del Centro Especial de Empleo, el primer piso y la creación de la mini-residencia. Entonces amplié mis funciones, era psicóloga de personas de régimen de externado y se servicios residenciales. Tuve el placer de formar parte, de un modo u otro, de todos los servicios para adultos que ha ido impulsando ASPRONA.

El deporte, los primeros grupos de teatro, el inicio del voluntariado, el servicio residencial… ¡Ah! Recuerdo los viajes a Casas de Ves, para la apertura del Centro Ocupacional, evaluando y orientando a as personas que lo integrarían.

Igual sucedió con la atención durante el día. Fue necesaria la creación de un taller específico para PCDID, y dos secciones más: una para personas “gravemente afectadas” (actualmente es ya un Centro de atención para personas con altas necesidades de apoyo) y otra para personas mayores de 45 (actualmente Centro de Día para Personas Mayores).

Por aquel entonces compaginaba la labor de psicóloga del área de externado con la de Jefatura de Servicios Técnicos. Desde 2002 a 2009, creo recordar. Coordinaba un equipo técnico maravilloso, comprometido y profesional. Fui la jefa de servicio de las secciones, que entonces no eran de “promoción laboral”, aunque yo no compartiera esta diferenciación, pues para mi cualquiera puede promocionar.

Una labor primordial para mí fue la de servir de puente y coordinar, incluso ejecutar, programas formativos y de “empoderamiento” y lucha por los derechos.

 Impulsamos los programas de “Autogestores”, en los que Albacete fue pionero ya en el 87. Ya en el siglo XXI llegamos a contar con 5 grupos, que participaban en ponencias, encuentros y procesos internos. Creo que fue el germen de la participación activa de las PCDID en la asociación y la sociedad y del movimiento de portavoces actual.

 Los últimos años he desarrollado mi labor en el Centro Ocupacional Eloy Camino. He tomado parte en decisiones y proyectos, entre los que destaco los grupos de trabajo sobre los derechos de las PCDID en el Centro Ocupacional.

Los proyectos de bienestar psicológico y envejecimiento activo que comenzamos en el Departamento de Psicología fueron muy ilusionantes. Como en tantos aspectos, las PCDI fueron impulsoras de actividades y programas que enmarcamos en estos proyectos. Así, empezaron a contribuir al bienestar de otros y nació el voluntariado “Yo también te puedo ayudar”.

 En el momento de mi jubilación, era la responsable de los planes individuales de apoyo, que te permiten estar muy cerca de la PCDID, de sus familias y de quienes son importantes para ellas. Persigue lograr su proyecto de vida contando con los apoyos pertinentes. ¡Me encantaba esta labor! Todo lo que sea estar con las PCDID, me enamora.

 No puedo olvidar el periodo de confinamiento debido a la pandemia por COVID- 19. Nuestro servicio trabajó telemáticamente y aportamos lo que cada cual pudo. Como veis, tantos años dan para mucho, y eso que he hecho un resumen…

¿Cómo crees que ha evolucionado la atención y el apoyo a las PCDID desde que comenzaste a trabajar en este campo?

Ha evolucionado mucho en todas las esferas mucho, sobre todo en las últimas décadas.

A nivel académico-formativo existen ya diplomaturas en las que la discapacidad es la protagonista. Hay incluso un máster específico sobre discapacidad intelectual. Las universidades se han tomado muy en serio la investigación con nuevos enfoques

A nivel internacional también. El cambio en las leyes llegó tarde, pero llegó. La Convención Internacional de los Derechos Humanos ya habla específicamente de las PCDID y de sus derechos.

Las asociaciones y federaciones van por delante porque comparten el día a día con las PCDID, impulsando los cambios en sus proyectos de vida. Los términos que se refieren a nuestro colectivo también han cambiado, pero no es baladí, no solo cambia el término, cambia la forma de percibir a la persona y en la que se ha de trabajar. De “Minusválido psíquico”, que sonaba a menos valido, pasamos a “retraso mental”. Ahora se utiliza el término PCDID, y seguro que se seguirá perfilando. Ya no se habla de integración, sino de inclusión. La ley que sustituye a la LISMI, aunque lleva poco en vigor, por fin incide en lo social y habla de personas.

Centrándome en lo cotidiano, los/as profesionales siempre hemos tenido presente que lo más importante es la persona. En eso no ha cambiado nada. Pero tenemos muy a gala fundamentar nuestra actuación en los modelos teóricos por los que apostó ASPRONA, que trabajan para que la persona consiga su proyecto de vida.

Otras de las diferencias son los avances en comunicación y tecnología, como los Sistemas Alternativos y Aumentativos de Comunicación y el lenguaje natural asistido. La accesibilidad cognitiva y la lectura fácil dejan muy lejos mis dibujos inventados para comunicarme con las PCDID…(risas).

Ahora nos fijamos en sus puntos fuertes para que consigan sus logros, no solo buscamos la autonomía, si no la autodeterminación y su capacidad de decidir.

¿Cuáles fueron los desafíos más significativos a los que te enfrentaste al trabajar con PCDID?

El primer desafío fue dedicar mi vida profesional a este mundo. En el plan de estudios de mi carrera solo se impartía un tema relacionado. El reto fue desde el principio: estudiar, observar, aprender, escuchar, consultar, compartir, implantar un departamento en el que solo estaba yo.

El trabajo con PCDID supone un constante aprendizaje. Comprenderlas y que te comprendan, llegar a su esencia. Enumero algunos:

  • Las PCDID y graves problemas de conducta o patologías mentales asociadas. El impacto y gran esfuerzo que supone para ellas mismas y para todas con las que comparten su vida.
  • La actuación en crisis de agitación y o “descompensaciones”
  • Liderar y trabajar con un equipo como jefa de Servicios Técnicos.
  • Iniciar un diseño diferente, un proceso de atención para las personas que lo integraban, basado en las 8 dimensiones de la calidad de vida cuando aún no se hablaba casi de ellas.  Todos los programas y actividades estaban alineadas con alguna dimensión (Bienestar físico, Emocional, Material, Autodeterminación, Derechos, Relaciones interpersonales, Inclusión social, Desarrollo personal). Fue un gran esfuerzo que conllevó una gran implicación de todo el personal, especialmente de monitores / as y cuidadores / as.
  • Estar a la altura de cada una de las demandas, necesidades y reivindicaciones de las PCDID, tanto de las que podían transmitirlo como de las que no. El reto era comprenderlas a todas.
  • Llegar a las familias, contar con su colaboración y ayudarles en los momentos en que se me requirió.
  • Las dificultades en cuanto a las relaciones interpersonales entre PCDID; o la época en que entraban en ese periodo de la vida en que se plantean, como cualquiera que lo desee, tener pareja, hacer vida en común, tener relaciones sexuales, tener descendencia…otro reto formativo de coordinación con familias y tutores.
  • Contribuir a la formación del resto de profesionales. Elaborar los documentos, compartir el contenido y ponerlo en práctica.
  • Dominar la web personas. Los que la conocéis sabéis lo que supone (risas).
  • De los últimos retos: llegar a las PCDID a través de una pantalla durante la etapa del confinamiento y tras una mascarilla durante la época en que fue necesaria. El reto fue tanto para dominar esta tecnología como para prestarles apoyo en la distancia y entre tanto, hacerles el día y la vida un poquito más alegre. En cuanto a la tecnología, el reto fue también para la compañera que más dominaba estas cuestiones, que hasta nos mandaba tutoriales para que aprendiéramos y para mi marido, que, con su paciencia infinita, consiguió que dominara el zoom y programas con los que grabé la formación en el blog. Gracias.